miércoles, 9 de diciembre de 2015

climas

Diciembre corre rápido y las calles y las tiendas están abarrotadas de gente que se empuja, se habla a los gritos y tropiezan unos con otros. Otra navidad en Madrid. En las inmediaciones de Plaza España se apostan temibles contingentes policiales con ametralladoras en ristre a la caza de islamistas a punto estallar, supongo. Alzo la vista hacia la decoración navideña de la Gran Vía: figuras eléctricas como copos de nieve destellan colores verdes, amarillos y azules, y se mezclan con los rostros de candidatos políticos en plena campaña electoral estampados en carteles que adornan paredes, semáforos y postes de luz. Camino intentando evitar las multitudes,  las estatuas humanas, los vendedores de falsificaciones y las bolsas plásticas que cargan los paseantes abultando las veredas. Me adentro al fin en algunas calles de La latina y del Madrid de los Austria, a esta hora apenas transitadas. Crujen las hojas otoñales bajo mis pisadas, hojas rojas y amarillas que se niegan aún a dar real cabida al invierno; los días tienden a ser soleados, despejados, sin el frío de otros años a estas alturas. Me pregunto por este desplazamiento de las estaciones. Por los desplazamientos. Por el equilibrio como improbable meta en unos tiempos desmesurados, compulsivos e indiferentes, tiempos tibios que a ratos me dejan helado.